lunes, 9 de abril de 2012

Guía de aprendizaje nº1: “República Presidencial 1970 -1973”

El Chile de los tres tercios

Las principales tendencias políticas del país, que pueden identificarse como de centro, izquierda y derecha, dieron origen, hacia fines de los años cincuenta, a un fenómeno que se denominó el de “los tres tercios electorales”. Esto quería decir que los votos de los electores tendían a concentrarse en cada una de estas tres tendencias, obteniendo cada una de ellas una cantidad de votos similares, que bordeaba el 30%.

De esa forma, el sistema político fue capaz de alternar distintos proyectos generales de sociedad, representados por los presidentes Jorge Alessandri Rodríguez, Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende Gossens.

La tripartición del escenario político derivó en que, entre 1958 y 1970, cada una de las tres elecciones presidenciales que hubo fuese muy reñida, saliendo victorioso candidatos que obtenían un pequeño margen de votos por sobre sus contrincantes. Cuestión más sensible aún, considerando que en algunos casos sus programas de gobiernos suponían importantes reformas sociales.

La situación descrita se vio principalmente reflejada en las elecciones presidenciales de 1958 y de 1970, tal como puede observarse en el siguiente cuadro:
Resultados elecciones presidenciales 1958 - 1970

Porcentaje de los votos Tendencia política Porcentaje derecha Porcentaje centro Porcentaje izquierda
Elecciones de 1958
Jorge Alessandri R. 31,6 Derecha
Eduardo Frei M. 20,7 Centro
Luis Bossay 15,5 Centro 31,6 36,2 32,2
Antonio Zamorano 3,3 Independiente
Salvador Allende 28,9 Izquierda
Elecciones de 1964
Julio Durán 5 Derecha
Eduardo Frei M. 56,1 Centro 5 56,1 38,9
Salvador Allende 38,9 Izquierda
Elecciones de 1970
Jorge Alessandri R. 34,9 Derecha
Radomiro Tomic 27,8 Centro 34,9 27,8 36,3
Salvador Allende 36,3 Izquierda


Respecto a la elección presidencial de 1958, cabe hacer notar que se presentaron dos candidaturas que pueden ser consideradas de “centro”: la del demócrata cristiano Eduardo Frei y la del radical Luis Bossay. En cuanto a Antonio Zamorano, conocido en la época como el “cura de catapilco”, se trató de un candidato independiente que, con un discurso popular o populista, intentó restar votos a la candidatura de salvador Allende, con el fin de restarle posibilidades de ser elegido; de allí que, dado su discurso electoral, se le pueda considerar como votación de “izquierda”.

Los porcentajes de la elección de 1964, merecen también un comentario. Ante un probable triunfo de Salvador Allende, la derecha decidió, poco antes de la elección, dar su apoyo a Eduardo Frei, dejando prácticamente sin base electoral a su candidato original, Julio Durán. Ello explica que Frei haya sobrepasado el 50% de los votos y el bajo porcentaje del candidato de derecha; de cualquier modo, las cifras confirman la teoría de los “tres tercios”.

Cada uno de los “tres tercios” que existió en Chile en los años sesenta e inicio de los setenta, llevó a la formulación de proyectos de país diferentes, que daban distintas respuestas a los problemas sociales, económicos y políticos de la época. Cada sector pensaba que tenía las mejores soluciones para enfrentar los problemas y soñaba con un Chile diferente al que existía y al que ofrecían sus opositores. Todos ejercían el derecho a imaginar y proponer proyectos de desarrollo para el país. Este derecho era respetado. En quince años, como veremos, cada sector –la derecha, el centro y la izquierda- tuvo la posibilidad de poner en práctica sus proposiciones, accediendo sucesivamente al gobierno por medio de elecciones democráticas, libres e informadas.

Antecedentes del periodo

Durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva la Democracia Cristiana era mayoría en el Parlamento, los partidos Conservador y Liberal fueron desapareciendo del mapa, estas agrupaciones fundadoras de la república y del establecimiento del orden jurídico. Optaron por fusionarse en el Partido Nacional.

En 1969, la radicalización del sistema político y el empeño de Frei Montalva de mantener una política moderada, provocó la inevitable ruptura de la DC. El ala izquierda, encabezada por Rafael Agustín Gumucio, se alejó y formó el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), agrupación que tuvo un protagonismo importante en el próximo gobierno.

Se produce el acuartelamiento de Regimiento Tacna, bajo el mando del general Viaux, jefe de la primera división del Ejército. Su objetivo obtener del Ejecutivo el siempre postergado mejoramiento de las rentas de las FF.AA., la destitución del Ministro de Defensa y del Comandante en Jefe de Ejército, general Sergio Castillo. Asume el general René Schneider.



Los candidatos a las elecciones presidenciales de 1970, estuvieron Jorge Alessandri Rodríguez por el Partido Nacional y la Democracia Radical, Radomiro Tomic por la Democracia Cristiana y Salvador Allende por la Unidad Popular (UP), y que propulsaba un programa básica de 40 medidas de cambio para el país, con gran activación participativa del pueblo en cada una de ellas. Efectuando el acto eleccionario, Allende obtuvo el 36,3 %, Alessandri el 34,98 % y Tomic el 27,84 % de los votos. No había mayoría, por el cual el Congreso debía resolver. El 22 de octubre, faltando dos días para la reunión del Congreso pleno es asesinado el General René Schneider, por un grupo de ultraderecha.

La DC y la UP, los primeros aceptaron esta candidatura a cambio de la aceptación de Allende de un Estatuto de Garantías Democráticas, llegó el veredicto final su de 135 votos para Allende contra 35 de Alessandri.

Gobierno de Salvador Allende Gossens 1970 – 1973
“Vía chilena al socialismo” - “Revolución con sabor a empanada y vino tinto”

1.- Economía:

En 1971 la economía chilena alcanzó los siguientes logros: la tasa anual de crecimiento del P.G.B. Llegó al 8,0 %. La inflación disminuyó de 36,1 % en 1970 al 22,1 % en 1971. El desempleo, por su parte, registró una importante caída al 3,8 %. Los salarios medios reales aumentaron en 22,3 %. Todo esto se hacía bajo el Plan Vuskovic, en referencia al apellido de su Ministro de Economía.

Tales medidas económicas se apoyaron sobre todo en controles generalizados de precios. Hubo controles de precios en el sector privado y la congelación de tarifas y precios en el sector público.

Se puede afirmar que el gobierno de la UP obtuvo el control directo de los diferentes eslabones de la cadena generada entre la producción y el consumo, a través de numerosos cambios de carácter netamente institucional. Se ampliaron las funciones fiscalizadoras de las agencias públicas de comercialización y control que ya existían creándose, al mismo tiempo, otras nuevas; también se estatizaron las principales firmas privadas mayoristas y de carácter distribuidor, lo cual fue creando un clima de alarma en los sectores más acomodados, como si presagiaran el peligro que acechaba sus intereses.

A fines de 1971, existían en la atmósfera nacional demasiadas señales que apuntaban hacia una aceleración significativa de la inflación en 1972: el gran incremento de la oferta de dinero, el alto déficit fiscal, el nuevo reajuste de salarios en enero de 1972, el agotamiento de los abastecimientos y existencias, la fuerte contracción de las reservas internacionales y la aparición del mercado negro para muchas mercaderías, fueron elementos que nutrieron poco a poco la bomba de tiempo en que se estaba convirtiendo la economía nacional. Se sumó a esta inestabilidad y escasez, la presencia devastadora de la naturaleza: el 20 de junio de 1971, violentos temporales de lluvia, nieve y viento azotaron la zona central del país (especialmente las provincias de Valparaíso, Santiago y Rancagua). Días después (el 8 de julio), un devastador terremoto afectó crudamente a las provincias de Coquimbo, Aconcagua, Valparaíso y Santiago, causando cuantiosos daños.

En el frente externo, la gran apreciación del tipo de cambio condujo al contrabando de exportaciones de todo tipo de bienes transables. A su vez, el bloqueo comercial de Estados Unidos tiene como secuela una demanda menor nuestros productos por parte de este país (entre 1968 – 1970 de una exportación por 185 millones de dólares promedio anual, se bajó a 87 millones en 1971 – 1973), por lo cual hubo que orientar nuestras exportaciones hacia Europa, Japón y los países latinoamericanos.

Las reformas estructurales constituyen sin lugar a dudas el factor distintivo del gobierno de la UP. El diagnostico de la economía chilena señalaba cuatro características estructurales que había que corregir: capitalista, dependiente, oligárquica y monopólica, la solución pasaba entonces por corregir de manera total la estructura. Es la llamada estatización de la economía chilena.

El sector de actividades nacionalizadas abarcaría la gran minería del cobre, salitre, yodo, hierro y carbón mineral. El sistema financiero del país, en especial la alicaída banca privada y de seguros pasará a controlar el 90% de la capacidad crediticia del sistema. El comercio exterior, junto a las grandes empresas y los monopolios de distribución, también pasaron a formar parte de las actividades nacionalizadas. Los monopolios industriales estratégicos llegaron a controlar el 60 % del producto nacional a través de 415 empresas. En general, eran aquellas actividades que condicionaban el desarrollo social y económico de la nación, tales como la producción y distribución de la energía eléctrica, el transporte ferroviario, el marítimo y el aéreo, las comunicaciones, la producción, refinación y distribución del petróleo y sus derivados, incluyendo el gas licuado, la siderurgia, el cemento, la petroquímica y la química pesada, la celulosa y el papel.

a) Nacionalización del cobre: Como corolario de lo anterior debemos decir que sólo un mes después de asumir (diciembre 1970), el gobierno de la UP envió al Congreso un proyecto de reforma constitucional que nacionalizaba la gran minería del cobre; cabe recordar que este sector no contaba con una mayoría en el Congreso. La lógica de envió de este proyecto de reforma constitucional en vez de una ley ordinaria, residía en el hecho de que el primero permitía al gobierno llamar a un plebiscito en caso de ser rechazado en el Congreso.

Una reforma constitucional enfatizaba además la envergadura de la decisión planteaba en la nacionalización de la gran minería del cobre (Allende consideraba al cobre como “el sueldo de Chile” y a su nacionalización como la segunda independencia del país), junto con ser una clara señal al gobierno de los Estados Unidos de que la nacionalización contaba con un amplio respaldo nacional. El Congreso pleno aprobó por unanimidad la nacionalización de dicho mineral, en julio de 1971. El decreto constitucional de nacionalización establecía que el Estado era el único dueño (absoluto y exclusivo) de todos los minerales del territorio chileno, y declaraba automáticamente nulos todos los contratos previamente establecidos en la gran minería del cobre. Se estableció además un mecanismo de compensación a las empresas norteamericanas (Anaconda y Kennecott). Quedaba ahora en desafío de manejar eficientemente es gran empresa.

b) Reforma Agraria: Para el gobierno de la Unidad Popular, la continuación de la Reforma Agraria era crucial en la transformación de una sociedad capitalista subdesarrollada, a una economía socialista (Allende la llamaba “el pan de Chile”). Esto implicaba la expropiación de todos los latifundios, pero también que el grueso del sector agrario debía de estar en manos del Estado o bien de cooperativas campesinas o cooperativas de consumidores. Utilizando el cuerpo legal del gobierno de Eduardo Frei Montalva, en el primer año de gobierno de Allende se expropió casi el mismo número de fundos que en todo el gobierno anterior. A pesar de las expropiaciones ilegales (tomadas por grupos de guerrilleros del MIR o miembros de la UP más extremistas, en ocasiones de forma muy violenta), el grueso de la Reforma Agraria se realizó a través de la legalización vigente.

2.- Educación

Se puede afirmar que la educación pre – escolar creció. Se inauguraron 122 jardines infantiles. En cuanto a la Enseñanza Básica, hacia fines de 1972, el Estado mantenía 6.870 escuelas con 2,3 millones de alumnos; ello señalaba que más de un 80% de la población de niños chilenos entre los 6 y 14 años recibió la denominada educación mínima, aunque no los ocho años que representaba el ciclo. A estos alumnos se le proporcionaron 6,5 millones de textos escolares.

La educación media creció en 31.000 alumnos hacia 1972, y la universidad –gratuita- también subió considerablemente. Sin embargo, todo esto disparó los presupuestos educacionales, con el agravante de que la agitación política y las frecuentes huelgas conspiraron para que estas cifras no se viesen respaldadas con un progreso educacional real.

Pero sin embargo, quizás la obra más importante del gobierno de la UP, por el sentido de cambio estructural que representaba, fue la Escuela Nacional Unificada (ENU), proyecto que pretendía estructurar la educación nacional sobre patrones culturales comunes con base a un concepto de la sociedad de índole eminentemente socialista. Se buscaba con ello potenciar la homogeneidad e igualdad de oportunidades para todos los habitantes en este plano.

3.- Relaciones Exteriores

Para la comunidad internacional, sobre todo la izquierda, el triunfo de la UP y de Allende significó una gran esperanza. Era el primer intento de llegar al socialismo sin pasar por un cambio radical, revolucionario, violento y todas las aflicciones que ello conllevaba. En nuestro país las reformas no eran impuestas desde el extranjero, sino que nacían desde dentro.




Con nuestros vecinos limítrofes no se tuvo mayores conflictos, pero los que estaban vigentes continuaron siéndolo, en especial el referente al Canal Beagle. De todas formas, se mantenían buenas relaciones diplomáticas y comerciales son el gobierno del general Alejandro Lanusse.

Mención aparte merece la extensa visita (que se prolongó cerca de un mes) que sostuvo el gobernante cubano Fidel Castro en noviembre de 1971, lo que se interpretó como un claro intento de hacer de Chile una segunda Cuba. Dos naciones hermanas, cuya hermana mayor era la Unión Soviética. Aparte de Cuba, el gobierno establece también relaciones diplomáticas con Corea del Norte, Vietnam, Hungría y la República Democrática de Alemania (RDA).

4.- Política Interna

A comienzos de la década de los 70, los procesos de reforma agraria, el camino emprendido por el Partido Demócrata Cristiano, (que se localizaba entre un programa social cuasi revolucionario y un programa económico reformador), y el triunfo de la izquierda en las elecciones presidenciales de aquel año, hicieron sentirse a las élites chilenas al borde de un abismo sin retorno.

El abismo se debía sobre todo a que el gobierno de la Unidad Popular pretendía provocar reformas a las estructuras nacionales de carácter social, político y económico, empleado para esto al mismo Estado: tal visión excluía a las otras visiones políticas.

Se puede afirmar que desde la década del 50, tres tendencias políticas muy marcadas venían planteándose con progresiva nitidez en la vida política chilena: una Derecha Conservadora, sin voluntad de cambios reales; una tendencia de Partidos de Centro Político que poco a poco se cargaba hacia ideas más izquierdistas y progresistas representado por la Democracia Cristiana; y una Izquierda netamente marxista.

El gobierno de la Unidad popular lo integraban cerca de seis coaliciones políticas diversas, que iban desde el moderado Partido Radical hasta el ala leninista del Partido Socialista, la que privilegiaba la vía armada por sobre la pacífica. Esta postura era apoyada por el MIR, quien por sus tendencias violentistas permanecía fuera del gobierno. Por su parte, el Partido Comunista, más el recién mencionado Partido Radical y ciertos sectores del Movimiento de Acción Popular (MAPU) y de la Izquierda cristiana, intentaron continuar actuando mediante los resquicios legales e instaurar la llamada vía chilena al socialismo.

Allende y el gobierno estaban más cerca de la segunda postura, la cual también se afianzaba en el Plan Vuskovic, plan que les permitiría controlar políticamente Chile, como a su vez consolidar una economía de rasgos claramente socializantes.

Sin embargo no se logró controlar al ala radicalizada de la coalición gobernante, que muchas veces insistió en la vía armada y violenta, manifestándose en toma de terrenos agrícolas y urbanos, tomas de fábricas, formación de milicias para militares, para concluir con un intento de infiltración en las Fuerzas Armadas. En general, hubo una falta de sentido de la realidad que no les permitió captar las profundas diferencias existentes entre países como Chile, Cuba, La Unión Soviética y China. Este elemento violentista quedó reflejado en el asesinato del ex ministro y ex vicepresidente Edmundo Pérez Zujovic, al que dieron muerte a balazos (8 de junio de 1971), responsabilizándose la Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP) de este cruel hecho, agrupación emergida desde el MIR.

Allende comenzó a buscar un entendimiento con la DC para ver el modo de solucionar el problema de las áreas de la economía. Nada consiguió, porque la grave situación de violencia que vivía el país había endurecido a la coalición de todos los partidos de oposición: Partido Demócrata Cristiano (PDC), Partido Nacional (PN), Partido de Izquierda Radical (PIR) y Partido Democracia Radical (DR), agrupados en la Confederación Democrática (CODE).

Hacia los meses finales de 1972, los transportistas, seguidos por otros gremios de pequeños empresarios y trabajadores privilegiados como los de la gran minería del cobre, temiendo por su capital de trabajo o sus beneficios sociales y salariales, decidieron detener indefinidamente sus actividades e ir a huelga. Era el Paro de Octubre, que comenzó por los camioneros, sobre los cuales pasaba el peligro de estatización de las actividades, y por los almacenes y los dueños de establecimientos comerciales que iban en vías de extinción. El paro, en el cual prevalecieron los elementos de la clase media, duró 24 días (11 de octubre a 5 de noviembre). Fue la rebelión general contra el gobierno, que insistía en eliminar toda actividad privada en los transportes, en el comercio y en las profesiones. Fue un paro mayoritariamente “empresarial y profesional”. Entretanto, este mismo año. Chile es sede de las deliberaciones de los Estados en vías de desarrollo, construyéndose el edificio de la UNCTAD, especialmente para la ocasión.

Luego, buscó una salida a través de la formación de un gabinete cívico-militar. Este gabinete lo presidió el general Prats.

En las elecciones parlamentarias de 1973, el CODE obtuvo una minoría fuerte y activa (43%). A fines de marzo, Allende reemplazó al gabinete cívico-militar por otro integrado totalmente por civiles. Salieron los militares y entraron los socialistas.

Por su parte los militares, que fueron incorporados al gobierno en aquel año, habían estado ausentes de las lides políticas desde aproximadamente 1932, pero la situación crítica que estaba viviendo el país los hizo cambiar desde una postura pasiva hacia una postura activa.

El pensamiento militar imbuido dentro de un arraigado nacionalismo y anticomunismo, el cual veía como una amenaza hacia la soberanía por sus tintes de internacionalista.


En agosto de 1973 la Cámara de Diputados, liderada por el demócrata cristiano Luis Pareto, acordó por mayoría -de oposición- representar al gobierno y a las Fuerzas Armadas por el “grave quebrantamiento del orden constitucional y legal de la República”, muestra de lo extrema y alarmante que era la situación. Paralelamente el país seguía con nuevos encuentros de armas; es asesinado en una oscura asonada el edecán naval de Allende; estalla la huelga del mineral El Teniente; paralización del país por parte de colegios profesionales, transportistas, el comercio, amplios círculos de artesanos, obreros y hombres de trabajo.

Luego, el denominado “tanquetazo”, episodio encabezado por el coronel Roberto Souper, quien, con cerca de una docena de tanques, intentó rescatar desde el edificio del Ministerio de Defensa a algunos oficiales que estaban detenidos por motivos políticos y de paso, al parecer, derribar al gobierno tomándose el Palacio de La Moneda. Ante esto, el general Carlos Prats, Comandante en Jefe del Ejército, renunció, pues había perdido la confianza del alto mando de su institución. En reemplazo, el gobierno nombró al general Augusto Pinochet.

Mientras las calles de Santiago y otras ciudades eran escenario de combates, casi a diario, a piedras y palos entre partidarios y adversarios del gobierno, la Iglesia Católica se mostraba profundamente preocupada por el estallido que se veía venir con demasiada intensidad. De este modo, el arzobispo de Santiago, Raúl Silva Henríquez, intentó dar una salida al angustioso drama por el cual se atravesaba. Así, logró que se iniciara un efímero diálogo entre el presidente Demócrata Cristiano y Presidente del Senado, Patricio Aylwin Azócar, y el Presidente Allende, con el fin de llegar a un acuerdo sobre algunos puntos fundamentales, entre los cuales destacaba una reforma la Constitución que consagraba jurídicamente a las tres áreas de la economía, el futuro de la ENU, la contención de la violencia y las tomas callejeras. Finalmente el dialogo fracasó, quedando la situación madura para una intervención militar. El dirigente socialista Carlos Altamirano, presidente a la sazón de aquel conglomerado político, daría pretexto a los uniformados al fomentar una insurrección en la Armada en el mes de agosto y después reconocerlo públicamente. Al Presidente Allende se le había escapado la situación de las manos, ya no gobernaba. Su deposición y dramática muerte fue el epílogo trágico de una gestión desafortunada.

El día 11de septiembre de 1973, La Moneda sufrió las embestidas de los aviones Hawker Hunter. Fue bombardeada como nunca antes en su historia; pero por sobre todo, fue la muestra de cómo una de las democracias más estables de todo el continente se desmoronaba. La concreción de una utopía concluía en tragedia.

Inmediatamente se constituyó una Junta Militar de Gobierno (cuya sede fue el edificio Diego Portales, ex UNCTAD) integrada por los Comandantes de las Fuerzas Armadas y de Orden. Augusto Pinochet en representación del Ejército, José Toribio Merino, en representación de la Armada, Gustavo Leigh por la Fuerza Aérea y César Mendoza por Carabineros.

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