martes, 9 de octubre de 2007

APUNTE: HOLOCAUSTO JUDÍO

ESTE ES EL OTRO APUNTE CON IMFORMACION MAS GENERAL DEL HOLOCAUSTO JUDIO.


El Holocausto, también conocido como Shoah o Shoá (en hebreo, השואה; en yidis,האלאקאוסט Halokaust, o más precisamente חורבן Jurbán), es el nombre que se aplica a la persecución y genocidio de los judíos, y de algunos otros grupos minoritarios de Europa y norte de África, llevado a cabo por la Alemania nacionalsocialista durante la Segunda Guerra Mundial mediante el asesinato sistemático e industrializado.

Según el criterio más o menos restringido que se adopte para definir el Holocausto, la cifra de víctimas varía. Algunos historiadores lo circunscriben a lo sucedido entre los judíos y el Tercer Reich (unos 5,8 millones de víctimas). Otros estudiosos consideran que debe aplicarse también a las víctimas polacas, y a otros pueblos eslavos y gitanos. Un tercer grupo amplía el término para que abarque también a los homosexuales, los disminuidos físicos y mentales y los Testigos de Jehová, de modo que se estiman en 11 o 12 millones las víctimas del Holocausto, de las cuales la mitad eran judíos.
Se calcula que murieron víctimas de este exterminio 6 millones de judíos, aparte de unos 800.000 gitanos, 4 millones de prisioneros de guerra soviéticos o víctimas de la ocupación (fueron también objeto de exterminio sistemático), polacos e individuos calificados de asociales de varias nacionalidades (presos políticos, homosexuales, discapacitados físicos o psíquicos, delincuentes comunes, etc.). La exactitud de las cifras de muertos es dudosa, pero las aproximaciones oficiales son las siguientes:
polacos judíos (15,56 %) y no judíos (13,78 %),
alemanes judíos (13,33 %),
eslavos ( 26,66 %),
prisioneros de guerra soviéticos (17,78 %),
gitanos ( 3,56 %), y alemanes «arios» opositores políticos (generalmente personas con ideas de *izquierda y librepensadores) (6,67 %),
discapacitados (1,34 %) y
homosexuales (1,12 %)

La eliminación física de los judíos se realizó de forma sistemática, meticulosa y efectiva conforme a una estrategia bien elaborada que a veces se califica de "industrial". Ello no quiere decir, necesariamente, que el Holocausto tuviera un plan definido desde el principio: precisamente este es uno de los puntos que divide a los estudiosos, entre intencionalistas y funcionalistas:

Los intencionalistas consideran que existió un plan calculado minuciosamente de antemano, destinado desde el principio a dar muerte a todos los judíos que estuviesen en la órbita del Tercer Reich. El plan habría sido esbozado por Hitler desde muchos años antes, y ejecutado en sus diferentes etapas por funcionarios y soldados sumisos al líder una vez obtenido el poder. Algunos historiadores hacen mención a comentarios en privado que hizo Hitler antes incluso de publicar Mein Kampf que podrían sugerir la matanza masiva de judíos. Públicamente, la única declaración al respecto del partido nazi se encuentra en el programa del partido, adoptado en febrero de 1920: allí se reclamaban leyes antijudías, que les anulara la ciudadanía, y les impidiera votar o inmigrar, y expulsara a los judíos llegados con posterioridad a 1914 y se comprometía a castigar con pena de muerte a "usureros y especuladores" y los que comentan "delitos fundamentales contra el Pueblo".

Los funcionalistas sostienen, por el contrario, que cuando el partido nazi llegó al poder ninguno de los dirigentes del Tercer Reich tenían una idea clara de cómo actuar con respecto a los judíos. En su opinión, la idea de la liquidación en masa se fue desarrollando sobre la marcha. Los historiadores que defienden esta postura suelen presentar el asesinato en masa como un proceso de "radicalización acumulativa", a partir de iniciativas individuales de funcionarios del partido, del gobierno y del ejército y en las que Hitler tuvo poca intervención directa, limitándose a trazar las líneas generales sobre el "peligro" que representaban los judíos, pero sin decirles qué hacer para afrontarlo. Eso habría dado lugar a distintas estrategias, a veces incoherentes entre sí, antes de que desembocaran en el exterminio. En términos generales, la estructura del Holocausto fue la siguiente:

Primero, se creó el concepto de judío de acuerdo a unos criterios muy distintos de los utilizados hasta entonces. Una parte de la población europea quedó así marcada como enemiga según el ideario nazi.

En segundo lugar, se procedió a desposeer a los ciudadanos marcados de sus derechos de ciudadanía y sus bienes, separándolos así virtualmente del resto de la sociedad.

En tercer lugar, se emprendió la separación física de los judíos, con su concentración en guetos o su deportación a otros territorios.

El cuarto paso era solucionar definitivamente el problema judío: se pensó inicialmente en su deportación fuera de Europa y después se optó por su asesinato masivo, fundamentalmente por dos medios: ejecución por unidades militares creadas a tal efecto (en la Unión Soviética ocupada, sobre todo) o ejecución en campos de exterminio también creados al efecto (en el caso de los restantes judíos europeos).

El Partido Nazi, que tomó el poder en Alemania en 1933, tenía entre sus bases ideológicas la del antisemitismo, profesado por una parte del movimiento nacionalista alemán desde mediados del siglo XIX. El antisemitismo moderno se diferenciaba del odio clásico hacia los judíos en que no tenía una base religiosa, sino presuntamente racial. Los nacionalistas alemanes, y a pesar de que recuperaron bastantes aspectos del discurso judeófobo tradicional, particularmente del de Lutero, consideraban que ser judío era una condición innata, racial, que no desaparecía por mucho que uno intentara asimilarse en la sociedad cristiana. En palabras de Hannah Arendt, se cambió el concepto de judaísmo por el de judeidad. Por otro lado, el nacionalismo suponía el Estado nación, es decir, la homogeneidad cultural y lingüística de su población. Los judíos, considerados como personas pertenecientes a otra raza, inferior por lo demás, y por tanto inasimilables a la cultura nacional, sólo podían ser separados del cuerpo social. Frente a la raza judía, extraña a la nación, colocaban los nazis a la raza aria, que era la que constituía la nación alemana y estaba llamada a dominar Europa.

El primer problema era determinar quién era judío. Los nacionalistas alemanes no habían logrado establecer una línea divisoria clara entre judíos y no judíos; había en Alemania numerosas personas descendientes de judíos conversos que no tenían ya ninguna relación con la cultura judía, así como numerosas familias mixtas y sus descendientes. En este sentido, la primera preocupación de los nazis fue crear un criterio en el que basar la posterior segregación.
Las primeras leyes dirigidas contra los judíos no incorporaban todavía una definición del ser judío y se hablaba en general de "no arios". La definición finalmente adoptada fue la siguiente: judío era quien tuviera al menos tres abuelos judíos, fuera cual fuera la religión de la persona interesada. Quienes tuvieran dos o un sólo abuelo judío eran Mischlinge, es decir, medio judíos. Los primeros, con dos abuelos judíos, eran "Mischlinge de segundo grado" y podían ser reclasificados como judíos en función de complejas consideraciones (su religión o la de su cónyuge, por ejemplo). Podían también ser "liberados" de su condición y convertirse en arios en pago a los servicios prestados al régimen, o podían seguir siendo Mischlinge, con lo que estaban sometidos a ciertas restricciones en tanto que "no arios", pero no a las persecuciones dirigidas contra los judíos. Los Mischlinge de primer grado eran los que tenían un único abuelo judío y en general eran tratados como arios plenos. Los Michlinge de uno u otro grado abundaban en Alemania y a menudo lograban ocultar su condición. El dirigente de las SS Reinhard Heydrich, El Carnicero de Praga, era Mischling de segundo grado, dato que fue ocultado celosamente por sus superiores nazis.

Dos elementos distinguen al Holocausto de otros casos de genocidio o asesinatos masivos.
El primer elemento es la ideología nazi, la cual es fervientemente nacionalista, aunque de corte político centralizado con un componente mítico añadido, que divide al mundo en cuatro categorías:

la raza aria, superior al resto de las razas y destinada a dominar el mundo (y los arios que no estuvieran de acuerdo deberían ser eliminados); el resto de las razas, consideradas inferiores y destinadas a ser dominadas (y aquellos de esas razas que se resistieran deberían ser eliminados); los «impuros» (gitanos, homosexuales, enfermos, discapacitados, dementes, etc.), que estaban destinados a ser exterminados;

los judíos, considerados la antítesis de la raza aria y encarnación del mal, destinados a la exterminación masiva y sistemática.

El discurso y la estructura ideológica nazi están cargados de significación religiosa y mitológica.
El segundo elemento es la sistematización de los procesos de asesinatos masivos, los cuales comenzaron con la concentración de la población judía en guetos y posteriormente en campos de concentración y culminó con la implantación de la llamada «solución final al problema judío», que consistió en el asesinato masivo y sistemático de la población judía.
El principal elemento de dicha «solución» fueron los campos de exterminio, los cuales funcionaban como auténticas fábricas de muerte, cuya materia prima era la población a ser exterminada.

Durante el Holocausto, unos seis millones de judíos (alrededor de un tercio de la población judía mundial de la época) fueron exterminados. En algunos casos desaparecieron comunidades enteras, entre ellas la floreciente comunidad judía de Polonia (de más de tres millones de miembros) y la comunidad sefardí de Salónica (en Grecia).El número exacto de personas asesinadas durante el régimen nazi no se ha podido determinar, aunque se consideran fiables los siguientes números:

5.600.000 a 6.100.000 de judíos, de los que entre el 49 y el 63 % eran polacos,
3.500.000 a 6.000.000 de civiles eslavos,
2.500.000 a 4.000.000 de prisioneros de guerra soviéticos,
2.500.000 a 3.500.000 de polacos no judíos,
1.000.000 a 1.500.000 de disidentes políticos,
200.000 a 800.000 gitanos,
200.000 a 300.000 discapacitados,
10.000 a 250.000 homosexuales,

En total las víctimas suman una cifra de 20.000.000 (veinte millones de personas).
El Holocausto dio el empuje final a la creación del estado de Israel, ubicado sobre parte del territorio del Mandato Británico de Palestina, que acogió a los judíos supervivientes del exterminio. Estos campos fueron establecidos dentro de Alemania poco después de la ascensión al poder del partido nazi en 1933. Posteriormente se crearían otros campos en aquellos países anexionados o invadidos por Alemania antes y durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, como Holanda y Polonia. Mientras que algunos campos tuvieron una existencia más bien efímera, otros permanecieron en activo hasta la definitiva derrota alemana en la guerra.

HOLOCAUSTO JUDÍO


Estimados alumnos: Este apunte les sirve para el ensayo del dia viernes, NO ESTA RESUMIDO, pero es una fuente de informacion que les puede ayudar, aparte les dejare otro ahi ustedes veran cual eligen.
Holocausto Judío
Introducción
No puede hallarse en la Historia otro crimen tan atroz ni tan fríamente calculado como el que aniquiló a millones de seres humanos en los campos de concentración nazis. Reducidos al estado animal, sometidos a la más espantosa degradación moral y física, hombres, mujeres y niños fueron salvajemente torturados y arrastrados a las cámaras de gas por el solo hecho de pertenecer a una raza considerada inferior o de sostener creencias religiosas o políticas antagónicas a las de la «raza de los señores». Hitler fue el origen de este furioso torbellino de la muerte. Pero Hitler no estaba solo. Parte de un pueblo fanatizado por la propaganda, educado en el desprecio hacia el hombre no ario, le ayudó a borrar de la faz de la tierra a sus pretendidos «enemigos».
Día: 25 de enero de 1945; lugar: K.Z.Stutthof, campo de concentración situado a pocos kilómetros al este de Gdansk (Danzig para los alemanes). Cuando llegaron los soldados del Ejército Rojo, los primeros que iban a liberar un campo de exterminio nazi, sólo 385 de los 120.000 prisioneros que habían pasado por Stutthof (el 90 % de ellos era de origen polaco) lograron franquear las puertas del campo y respirar de nuevo la libertad. Los jóvenes soldados soviéticos descubrieron un espectáculo dantesco. Allí estaban los supervivientes del horror nazi, que vagaban moribundos, casi desnudos, por la amplia plaza del campo mientras el termómetro marcaba -30 C; allí estaba el patíbulo, que en numerosísimas ocasiones había servido para segar las vidas de cientos de polacos, mudo testigo de unos hechos difícilmente creíbles; allí estaba la cámara de gas, sofisticada habitación de la muerte, que en los últimos meses de 1944 había consumido la escalofriante cantidad de 200 víctimas por hora; y, finalmente, allí estaba el horno crematorio, con su erguida chimenea aún humeante, donde las SS habían intentado borrar todo rastro de su barbarie, pero sin conseguirlo, porque los 85.000 cadáveres que pretendían hacer desaparecer en el momento de la liberación del campo eran demasiados para la capacidad del horno. Así pues, los rusos encontraron también miles y miles de cadáveres amontonados formando un amasijo de brazos, piernas y cabezas.
El 27de enero de 1945, otros soldados soviéticos pudieron presenciar una escena parecida en otro lugar siniestro: Auschwitz. Y en el mes de abril, tras la llegada de los blindados americanos al campo de Buchenwald, cerca de Weimar, el general Eisenhower comprobó con sus propios ojos hasta dónde fueron capaces de llegar los nazis en su desprecio por la vida de los seres humanos.La historia de los campos de concentración nazi comienza poco después de que Hitler fuera nombrado canciller del Reich el 31 de enero de 1933; su existencia obedece al propósito de eliminar a la oposición política.Al principio, Hitler introdujo la "Schutzhaft" (custodia preventiva) como excusa para encerrar en los campos elementos no gratos para el régimen; más adelante no tuvo escrúpulos para eliminarlos. En marzo de 1933, con motivo de la puesta en servicio de los primeros campos -Oranienburg y Dachau-, Hitler definió así la función de estos establecimientos: «La brutalidad inspira respeto. Las masas tienen necesidad de que alguien les infunda miedo y las convierta en temblorosas y sometidas. No quiero que los campos de concentración se conviertan en pensiones familiares. El terror es el más eficaz entre todos los instrumentos políticos... Los descontentos y los desobedientes se lo pensarán dos veces antes de enfrentarse con nosotros, cuando sepan lo que les espera en los campos de concentración.
Agrediremos a nuestros adversarios con brutal ferocidad y no dudaremos en doblegarlos a los intereses de la nación mediante los campos de concentración. »No cabe la menor duda que quienes fueron delegados por Hitler para este cometido cumplieron fielmente los deseos de su jefe. En un principio, los campos se hallaban bajo el control de la SA («Sturm Abteilung», sección de asalto), tropas de choque que acabaron por ser anuladas después de un sangriento ajuste de cuentas con las SS durante la célebre «Noche de los cuchillos largos», el 30 de junio de 1934. La SA fue, por tanto, la encargada de instaurar el terror mediante asesinatos masivos en los primeros campos de concentración. El comandante de Dachau, Theodor Eicke, redactó de forma escrupulosa un reglamento cuya letra y espíritu legitimaban estos asesinatos.Tras la desaparición de la SA, Hitler asignó a las SS («Schutz-Staffeln», escuadras de protección) el control de los campos y Heinrich Himmler se encargó de organizarlas. Con tal fin creó unos destacamentos destinados al servicio de custodia de los campos, las «Totenkopfverbánde» (formaciones de la calavera), reclutadas entre los nazis más fanáticos.Las primeras remesas de prisioneros llegadas a los campos fueron obligadas a trabajar bajo una disciplina durísima y en unas condiciones inhumanas para levantar y ampliar los establecimientos. Aquéllos que no eran capaces de soportarlo morían sin remedio o eran fusilados; sin embargo, en ningún caso se revelaba la verdad sobre los fallecidos.

Bajo la directa supervisión de Himmler, los campos se multiplicaron. Después de Dachau, Sachsenhausen, Buchenwald, Ravensbruck(campo para mujeres),Stutthof, Auschwitz, Neuengamme,...Estos grandes campos tenían otros anexos menores llamado: Kommandos exteriores. Antes de 1939, el número de prisioneros internados en campos de concentración era relativamente bajo, sobre todo si se tienen en cuenta las cifras del período de guerra; además, aún no se habían aplicado masivamente los sistemas de tortura y muerte. No obstante, esta situación cambió de modo radical tras las redadas de judíos llevadas a cabo por los nazis durante la tristemente célebre «Noche de cristal» (9-10 de noviembre de 1938), y después de la anexión de Austria, que significó la entrega de aquel país a manos de la Gestapo y de las SS. Tras estos acontecimientos, el número de internados aumentó vertiginosamente. Y Himmler planeó la posibilidad de explotar la fuerza de trabajo que tal cantidad de detenidos era capaz de ofrecer a sus secuaces. Hitler había prohibido el empleo de prisioneros en la fabricación de armamento, pero a partir de septiembre de 1942 se hizo imprescindible aumentar la producción bélica. Con este objetivo se llegó a un acuerdo según el cual los prisioneros trabajarían en las industrias privadas encargadas de abastecer al ejército, a cambio de dinero y de un porcentaje de la producción para reequipar a las SS.1944: 30.000 muertos al mes.Pero las infrahumanas condiciones de trabajo y la pésima alimentación hicieron aumentar de manera alarmante la mortalidad en los campos. Al recibir un informe en el que se le comunicaba que de los 136.700 deportados que habían ingresado en los campos entre junio y noviembre de 1942 sólo habían sobrevivido 23.502, Himmler montó en cólera. Eso significaba que las bajas eran del orden de 19.000 mensuales, algo intolerable para el buen ritmo de la producción. La respuesta de Himmler fue la promulgación de una ley titulada «El Reichsführer orde hacer disminuir, en forma absoluta, el índice de mortalidad». A pesar de la grandilocuencia, en 1944 el número de víctimas había aumentado a 30.000 mensuales. A medida que los ejércitos aliados avanzaban, la situación en los campos alcanzaba las metas que se habían propuesto sus funestos artífices. Como ha dicho el psicólogo Bruno Bettelheim, superviviente de Dachau y Buchenwald, por medio de los campos de concentración la Gestapo pretendía «Acabar con los prisioneros como individuos, extender el terror entre el resto de la población, proporcionar a los individuos de la Gestapo un campo de entrenamiento en el que se les enseñaba a prescindir de todas las emociones y actitudes humanas, proporcionar, en fin, a la Gestapo, un laboratorio experimental para el estudio de medios eficaces para quebrantar la resistencia civil.»
Auschwitz, largo calvario hasta la cámara de gas Sobre la puerta de entrada de Auschwitz I, todavía hoy puede leerse un letrero que reza: «Arbeit macht frei» (El trabajo da la libertad). Situado en tierra polaca, entre Katowice y Cracovia, el campo de Auschwitz cuenta en su haber con la cifra más alta de asesinatos: se calcula en 4.000.000 el número de exterminados, la mayoría de ellos judíos (3.000.000 muertos en las cámaras de gas), además de millares de gitanos y de prisioneros de guerra soviéticos. El campo estaba rodeado de una alambrada espinosa electrificada, y varias torretas dotadas de ametralladoras y potentes reflectores custodiaban las instalaciones día y noche. A la llegada de cada convoy, los SS gustaban de repetir con macabro cinismo: «Aquí se entra por la puerta y se sale por la chimenea.» En la misma estación de ferrocarril, los deportados que habían sobrevivido al viaje eran seleccionados: los más fuertes se empleaban para el trabajo, el resto era eliminado. Inmediatamente, los SS practicaban la «Strasse» (calle) en la cabeza de los prisioneros: un surco de unos 2 cm de anchura desde la frente hasta la nuca; a continuación se marcaba a fuego su número de matrícula en el brazo o en la nuca, número que también era inscrito en una placa de hojalata que el prisionero debía llevar constantemente atada a su muñeca, y cuya pérdida podía significar la muerte.El vestido de los prisioneros consistía en un uniforme a rayas al que se cosía, según las categorías, un triángulo de paño de distintos colores dentro del cual se estampaba la inicial de la nacionalidad del detenido (F, francés; B, belga; S, español; R, ruso; P, polaco). Debajo del triángulo figuraba el número de matrícula. Los prisioneros judíos llevaban una estrella de David de color amarillo.Los deportados que habían resistido las primeras vejaciones era integrados en escuadrones de trabajo bajo las órdenes de un «Kapo» (KAmaraden POlizei), generalmente delincuentes de derecho común que colaboraban con los SS en los peores servicios y brutalidades. Los escuadrones de trabajo debían recorrer diariamente varios kilómetros a pie para llegar al lugar del trabajo. Una vez allí les estaba prohibido hablar. Si alguno caía rendido por el cansancio o se alejaba de su puesto, era fusilado inmediatamente, y su cadáver debía ser cargado por sus compañeros hasta el campo para el recuento.Sometidos a una despiadada explotación, los deportados llegaban a convertirse en lo que según la jerga de los campos se denominaba «musulmanes»; es decir, detenidos que habían alcanzado el último grado de agotamiento, el límite de sus fuerzas.Los prisioneros de Auschwitz trabajaban, en el l. G. Farben, en las fábricas de material de guerra de la Unión Krupp y en empresas más pequeñas que los empleaban en minas, bosques o trabajos de construcción de carreteras. De este modo, las SS, a cambio deproporcionar mano de obra barata obtenían de tales empresas sustanciosos beneficios.El umbral de la muerteLa escasísima alimentación era otra forma de morir lentamente. En Auschwitz, un prisionero recibía alrededor ue 1.740 calorías diarias, cuando las mínimas indispensables debían ser 4.800. Además, la disenteria y otras enfermedades causaban estragos entre los deportados. Algunos «afortunados» lograban acceder a la enfermería («Revier») que, a pesar de ser un lugar siniestro e insalubre, y en la mayoría de las ocasiones la antesala de la cámara de gas, significaba un refugio para muchos prisioneros, sobre todo en invierno.En noviembre de 1944, ante el avance de los aliados hacia Alemania, Hitler ordenó la suspensión de matanzas en Auschwitz y el desmantelamiento de los hornos. Se inició así el último de los sufrimientos para los que aún sobrevivían: 60.000 personas fueron evacuadas hacia Buchenwald. Anduvieron toda una noche recorriendo 70 km; luego les esperaban tres largos días de penoso viaje en vagones de tren descubiertos, soportando temperaturas de -20 C. Al entrar los soviéticos en el campo de Auschwitz el 27 de enero de 1945, se encontraron con 5.000 deportados, la mayoría de los cuales murieron poco tiempo después a causa del estado en que se encontraban.Sobre una colina boscosa y arrasada por el viento, próxima a la ciudad de Weimar, la cuna de Goethe, se levantó en 1937 el campo de Buchenwald.En l puerta de hierro forjado de su entrada se podía leer una inscriopción que decía: «Jedem das seine» (A cada uno lo suyo). Buchenwald era una auténtica «fábrica de cadáveres»: en los sótanos de su «Krematorium» estaban las salas de disección, cámaras de tortura y la sala en la que se llevaban a cabo ahorcamientos mediante ganchos de hierro clavados en las paredes; desde allí, los cadáveres subían en un montacargas al piso donde estaban instaladas las cámaras de gas y los hornos crematorios. A pesar de la enorme capacidad de este edificio, en el patio también se amontonaban carretas de muertos procedentes de los barracones o de la enfermería.Un cierto número de deportados -en su mayoría políticos y judíos alemanes, polacos y checos- fue empleado en las fábricas de Gustloff anexas al campo, en la «Steinbruch» (cantera), o en la reparación de carreteras.La crueldad de los campos se vio aumentada en Buchenwald por la presencia del comandante Walter Koch y, sobre todo, de su esposa llse, cuyo nombre tiene para los supervivientes un significado escalofriante: nadie puede olvidar las lámparas de su habitación, cuyas pantallas fueron elaboradas con la piel tatuada de algunos deportados.En los primeros días de abril de 1945, las SS recibieron orden de liquidar el campo. Gran cantidad de deportados fueron evacuados hacia los campos de Bergen-Belsen, Dachau y Flossenburg, entre otros. Muchos murieron en el camino. Sin embargo, la última empresa de exterminio no pudoser llevada a cabo por las SS gracias a la decisiva acción de la organización clandestina del campo que logró liberarlo el 1 1 de abril de 1945, algunas horas antes de la llegada de los blindados americanos. De los 250.000 detenidos que habían pasado por Buchenwald, en aquel momento sólo sobrevivían penosamente unos 25.000.Mauthausen, escalera hacia el abismoAuténtica fortaleza inexpugnable, Mauthausen fue construido junto a la cantera de Wienergraben, aorillas del Danubio, en las cercanías de la ciudad austríaca de Linz. El acceso a la cantera se efectuaba descendiendo los 186 escalones de la «escalera de la muerte». Al amanecer, los prisioneros la bajaban corriendo, golpeados por la SS que formaban dos hileras; por la noche, la subida se llevaba a cabo en columnas de a 5, muy a menudo con un bloqke de piedra a la espalda.En la cima de la cantera al final de la escalera, se abría un abismo en la roca cortada quie la SS había bautizado "pared de los paracaidistas" porque mucho prisioneros deseperados se lanzaban al vacío o eran empujados y precipitados por los guardianes.Entre 1939 y 1945, el campo de Mauthasen llegó a albergar a 335.000 deportados de los que murieron 122.777, si contar los que eran asesinados antes de ser registrados.Antes de morir, había que sifrir todo tipo de humillaciones.En los barracones donde se hacinaban 10 veces más personas que las inicialmente previstas, 5 o 6 prisioneros tenían que compartir un pequeño jergón de paja.En plena podía llegar la orden de dirigirse desnudos al baño para regresar sin secarse a los barracones o de formar en la plaza central de campo durante horas soportando temperaturas de -20 grados centígrados.En el despacho del comandante de campo, Franz Ziereis, responsable de los crímenes allí cometidos, se encontró una orden que decía: "En el casoq ue el enemigo aproxime, hagansé sonar las sirenas, obliguesé a todos los detenidos a entrar en el "Keller" (galerías subterráneas) y procédase a su eliminación utilizandosé gas." Un Comité Internacioanal de Resistencia, creado clandestinamente por los deportados , liberó el campo tras duros combates entre el 5 y 7 de mayo de 1945, antes de que llegaran las fuerzas aliadas.Un día cualquiera en un campo de concentraciónLa diana solía sonar entre las 4 y las 5 de la madrugada. Había que ocuparse de la limpieza personal, pero en muchas ocasiones se carecía de agua. A continuación se distribuía un tazón de agua sucia eufemísticamente llamada café, cuya máxima virtud era estar caliente. Sin perder tiempo, los internados tenían que formar en la «Appelplatz» o «Lagerplatz» (plaza central del campo) donde se pasaba lista. Tras este trámite, que podía durar horas, los prisioneros eran agrupados en «Kommandos», cada uno de los cuales constituía un grupo de trabajo a cuyo frente estaba un «Kapo». Los trabajos forzados se realizaban aprovechando al máximo la luz solar. El único momento de reposo era el de la «comida»: un plato de sopa y las denominadas «porciones», que consistían en 300 g de pan de salvado o de serrín de madera. Por la noche, otro plato de sopa, esta vez con trocitos de legumbres secas, col y nabos. Cinco veces por semana se distribuían con el pan 25 g de margarina, y una vez por semana un pedacito de salchicha vegetal de unos 75 g o dos cucharadas de mermelada. De vez en cuando, dos cucharadas de coágulos de leche que pretendían ser queso.A medida que pasaba el tiempo y aumentaba el número de prisioneros en los campos, las raciones de comida fueron disminuyendo. Para los hambrientos, cualquier cosa era comestible, ya fueran mondaduras sucias o patatas crudas; en algunos campos, incluso se dieron actos de canibalismo.Los barracones de madera («Blocks»), además de albergar a los prisioneros amontonados, estaban cargados de piojos, pulgas, polvo, moho y excrementos humanos. Los enfermos que no cabían en la enfermería se quedaban en los barracones, agrupados por enfermedades, esperando la llegada de la muerte.Los castigos corporales formaban parte de la vida cotidiana. Era casi imposible escapar a los castigos porque todo estaba prohibido: aproximarse a menos de dos metros de la alambrada, dormir con la chaqueta o sin calzoncillos, no ir a la ducha los días señalados o ir los días no señalados, salir del barracón con la chaqueta desabrochada, llevar bajo la ropa papel o paja para protegerse del frío,...La contravención del reglamento podía significar 20 ó 50 bastonazos en los riñones, o bien tener que permanecer en posición de firmes bajo los focos de los reflectores durante toda la noche, con las manos cruzadas detrás de la nuca.Sin embargo, los SS pocas veces se manchaban las manos. Se elegía a los verdugos entre los propios compañeros de los prisioneros: los odiados «Kapos». En ocasiones, los mismos prisioneros aceptaban colaborar para poder disfrutar de algunas ventajas.
El llamado «Sonderkommando» (destacamento especial) se encargaba de las cámaras de gas y de los hornos crematorios. Lo formaban prisioneros polacos, lituanos, rusos y ucranianos, en su mayor parte judíos. Su trabajo consistía en abrir las cámaras de gas, arrastrar con gar os os ca veres asta e orno, limpiar la cámara para la siguiente utilización y trasladar las cenizas y huesos que habían caído a través de las parrillas.ExterminioYa en los últimos meses de 1939, Hitler propuso un programa de eutanasia, destinado a eliminar los enfermos incurables, fundamentalmente los mentales. El asesinato de las víctimas se llevó a cabo obligándoles a inhalar monóxido de carbono. Los familiares debían contentarse con un certificado de defunción que aludía a «muerte por pulmonía o debilidad cardíaca».Cuando Hitler decidió la llamada «Solución final», fueron dispuestos los grandes campos de exterminio polacos (Chelmno, Belzec, Sobibor y Treblinka) para dicho cometido. En Chelmno, por ejemplo, los deportados eran obligados a prepararse para tomar un baño antes de ser enviados a trabajar. A continuación se les introducía en camiones especiales, preparados para que el monóxido de carbono producido por los motores penetrase en la cámara donde viajaban las víctimas. Cuando ya no se oía ningún grito, los camiones se trasladaban hacia un bosque cercano donde los cadáveres eran arrojados en grandes fosas. Más tarde se construyeron las cámaras de gas fijas y los hornos crematorios.
Para el funcionamiento de aquéllas se utilizó el gas «ZyklonB», «mucho más eficaz», según palabras de Rudolf Hess.Cuando el exterminio fue masivo, se «perfeccionaron» las instalaciones. En Treblinka, y con la presencia de Himmler, se inauguraron nuevas cámaras y hornos capaces de eliminar 5.000 cadáveres en 24 horas.Con la aplicación de técnicas más expeditivas, en la primavera de 1944 se alcanzó la cifra de 24.000 gaseamientos diarios. Previamente, las víctimas eran despojadas de todas sus pertenencias. La rapiña de las SS llegó hasta el punto de especular con el pelo de los deportados que, mediante un adecuado tratamiento, era convertido en fieltro industrial. Tras la liberación de Auschwitz se encontraron siete toneladas de cabellos humanos en los almacenes del campo. Los huesos sin quemar se vendían a firmas industriales, y las cenizas, se utilizaban como fertilizante. Las prótesis dentales de oro o platino iban a parar a los bolsillos de los SS.Además de las cámaras de gas, los nazis utilizaron otros muchos medios para matar. Los prisioneros de guerra y políticos de cierta relevancia eran fusilados. En Mauthausen se colocaba a los prisioneros de espaldas contra una regla vertical graduada-a modo de medidor de estatura que tenía un agujero a la altura de la nuca; por este orificio de disparaba acertadamente y sin posibilidad de error.En algunos campos , las víctimas fueron obligadas a descender a fosas llenas de cal viva en que luego se le arrojaba agua.En varios campos, los internados fueron utilizados como cobayas humanas y sometidos a terribles experiencias:inoculación de fermedades,ablación de músculos, castración y esterilización,... Algunas de estas experiencias estaban orientadas a encontrar los métodos más eficaces para el exterminio de las etnias y los grupos sociales considerados inferiores.
El Instituto de Higiene de las Waffen SS dirigía estas pruebas, llevadas a cabo por médicos nazis en colaboración con las secciones de química farmacéutica del I. G. Farben y otras empresas. Cuando las víctimas ya no servían para nada, una inyección venenosa terminaba con sus vidas.El Dr. Brack ideó un método de esterilización basado en la proyección intensa de rayos X sobre los órganos genitales, mientras el individuo, sin advertir lo que le estaban haciendo, rellenaba un formulario en una ventanilla. También se pensó en la castración quirúrgica, pero resultaba un método excesivamente lento. En Dachau se hicieron más de 500 operaciones para el adiestramiento de estudiantes de medicina: la mayoría de los operados falleció sin remedio.Uno de los más crueles «médicos» nazis fue el Dr. Sigmund Rascher. Introducía a sus víctimas en cámaras de descompresión, las sometía a temperaturas bajo cero, las sumergía en recipientes de agua helada para «observar las reacciones del paciente». En Auschwitz se efectuaron experiencias consistentes en someter la epidermis de los internados a la acción de gases tóxicos; se les inyectaba petróleo o gasolina, y se estudió la influencia de determinados productos químicos sobre la capacidad mental de las víctimas. Algunas deportadas sufrieron la inoculación de células cancerígenas en el cuello del útero, para después ser gaseadas.Se ha hablado mucho y se han baraj ado gran cantidad de cifras al referirse al genocidio judío y a las víctimas de la barbarie nazi en general. Se estima que murieron alrededor de 5.934.000 judíos, de ellos, 3 millones eran polacos, 900.000 ucranianos, 450.000 húngaros, 300.000 rumanos y 210.000 alemanes y austríacos. Según algunos historiadores, otros seis millones de personas murieron en los campos de concentración del Reich.Entre 150.000 y 200.000 soldados, oficiales e industriales fueron responsables directos de estas muertes. Desde el final de la guerra, sólo unos 35.000 han sido juzgados y condenados por ello.Además de los judíos, gentes de todas las etnias, grupos sociales, nacionalidades y credos religiosos y políticos sufrieron en silencio la degradación y la muerte: gitanos, homosexuales, miembros de la Resistencia francesa, soldados rusos, republicanos españoles, políticos comunistas y sacerdotes católicos.... Nadie escapó al holocausto.Queridísimo Reichsfuhrer:Cumplo con el deber que me ha señalado de tenerle periódicamente informado de los resultados de mis investigaciones..."Pese a la brevedad del período de tiempo que he tenido a mi disposición, solo cuatro meses, ya me hallo en condiciones , Reichsfuhrer, de informarle de cuanto he descubierto.El método inventado por mí para esterilizar el organismo femenino sin intervención quirúrgica, se encuentra en la práctica totalmente a punto.El método se funda en una sola inyección en el cuello del útero y puede ser aplicado mientras se efectua un examen ginecológico normal, conocido por todos los médicos.Cuando afirmo que el método está a punto "en la práctica"quiere decir que aun de efectuarse determinados perfeccionamientos, que este sistema puede ser,desde ahora,utilizado en lugar de la intervención quirurgica para nuestras esterilizaciones eugenésicas y sustituírla.""En cuanto a la pregunta que Ud. Reichsfuhrer, me formuló hace casi un año respecto al tiempo necesario para esterilizar por este sistema a un millar de mujeres, puedo responderle con suficiente aproximación.Es decir si mis investigaciones siguen con el ritmo actual - y no existe motivo para suponer lo contrario- , no está lejano el momento en que un médico práctico, que disponga de la instaalción adecuada y de una docena de ayudantes (el número de ayudantes está en función de la aceleración del programa que se desee cumplir) , se halle en condiciones de esterilizar varios centenares - e incluso 1000 mujeres al día -.Fuente Consultada: Carta del Dr. Carl Clauberg a Himmler 7-6-1943 "ENSEÑAR A CONTAR HASTA 500,..."Para los pobladores no alemanes del este sólo habrá una escuela primaria de cuatro grados.Esa enseñanza elemental tendrá exclusivamente el siguiente objeto: enseñar a contar hasta 500, escribir el nombre completo, inculacar la doctrina de que hay un mandamiento divino, obedecer a los alemanes, y ser trabajador y dócil.No estimo neecsario que se enseñe a leer."
Fuente consultada: Memoria de Himmler

lunes, 1 de octubre de 2007

LA COLONIA EN CHILE I

La Colonia es el nombre dado al periodo de la historia de Chile que comprende los siglos XVII, XVIII y los primeros años del siglo XIX. Este periodo comienza en 1598 con la muerte del gobernador Martín García Óñez de Loyola durante el periodo de la Conquista y finaliza al realizarse la primera junta de gobierno en 1810.

Durante este periodo el Reino de Chile estuvo bajo la soberanía del Reino de España, su Metrópoli. Esta época se caracterizó por:La creación de una organización institucional muy compleja; El mestizaje y el sincretismo cultural.
Es así como, de modo general, entendemos por Colonia a la extensión imperial, social, político, religioso y cultural que se estableció en América durante los siglos XVII, XVIII e inicios del siglo XIX.

En Chile, la Colonia comienza tras el Desastre de Curalaba en 1598 con el establecimiento de la frontera natural entre españoles y araucanos en el río Bío Bío. La región ubicada al sur de dicho río quedó en manos de los indígenas, mientras que las tierras ubicadas al norte fueron gobernadas por los españoles comenzando así la Colonia en Chile. Otros enclaves españoles fueron Valdivia y Chiloé.

Clases sociales

Por Colonia se entiende el período histórico que en Chile se extiende desde 1598 hasta 1810, en el cual la corona española gobernó estos dominios imponiendo sus instituciones y costumbres.La vida colonial se desarrolló en los territorios ubicados al norte del río Biobío. Allí se consolidaron los diferentes grupos sociales, cada uno con un modo de vida propia. Estos grupos se diferenciaban por su origen y por los medios económicos de que disponían. Debido a ello, las clases sociales estaban muy bien definidas.
Españoles y descendientes
No era un grupo numeroso, debido a que en general fueron pocos los españoles que se avecindaron en América. Los españoles que venían directamente desde España recibían el nombre de peninsulares y generalmente ocupaban cargos en el gobierno, estaban relacionados con la Iglesia o bien al Ejército, o se dedicaban al comercio. Los hijos de españoles nacidos en América recibían el nombre de criollos.

La aristocracia estaba integrada por los peninsulares y los criollos. Ellos eran los dueños de las tierras por ser descendientes de los conquistadores. Además, tenían el poder en sus manos, gozando de relativa riqueza y de un buen nivel cultural. Ellos optaban a los cargos públicos.

Había también blancos que pertenecían a los sectores medios de la sociedad. Se trataba de comerciantes y artesanos, escribientes y oficiales del ejército que habían llegado después de la Conquista. Su nivel cultural era inferior al de los aristócratas y no tenían influencia alguna en las decisiones de gobierno.
Indígenas
Una vez terminada la Conquista, los españoles se establecieron definitivamente en el territorio comprendido entre Copiapó y el río Biobío. Los indígenas que habitaban en este territorio fueron repartidos en encomienda para que ejecutaran los trabajos forzados que los conquistadores requerían. La mayor parte de ellos murieron durante el primer siglo de la Conquista, debido a que fueron robadas sus tierras, y obligados a trabajar en condiciones muy malas, realizando trabajos muy pesados, como los lavaderos de oro.

Como estaban débiles eran presa fácil de las enfermedades que trajeron los conquistadores, desconocidas para ellos. Periódicamente la viruela, el tifus, el sarampión, la peste bubónica y la gripe atacaban a la población, disminuyéndola notablemente. A ello se suma la separación que hacían los colonizadores de las familias indígenas: muchas veces marido y mujer vivían en lugares distintos y no tenían hijos.

Con el tiempo, rápidamente los aborígenes perdieron los rasgos característicos de su cultura, adoptando el idioma y la religión de sus conquistadores.

A pesar de que la Corona hizo amplios esfuerzos por proteger a los indígenas, sus medidas resultaron inútiles, quedando este grupo reducido a su mínima expresión.

Mestizos, mulatos y zambos
Los mestizos surgieron del contacto entre los conquistadores españoles y ]as mujeres indias. Como prácticamente no vinieron mujeres españolas a Chile (sólo podía venir a América si estaban casadas), los conquistadores tomaban a mujeres indias con las que procreaban hijos de sangre mezclada. Había españoles que tenían más de diez hijos con diferentes mujeres indias. Los mestizos se unían a su vez entre sí aumentando cada vez más su proporción, convirtiéndose en el grupo más numeroso.

Los mestizos vivían principalmente en el campo, donde trabajaban como peones y también realizaban trabajos en las minas. Llevaban una existencia muy pobre, debido a que faltaban lugares de trabajo y a que frecuentemente se entregaban al ocio y al vicio.

La posición de los mestizos era difícil, pues no tenían una identidad clara, ya que desarrollaban lealtades tanto hacia los españoles como hacia los indios, grupos de por sÍ antagónicos. Una suerte similar corrían los mulatos y zambos, los que tampoco ocupaban un lugar muy definido en la sociedad.
Negros

Muchos de ellos llegaron al país como esclavos de los conquistadores. Resultaban servidores muy fieles debido a que despertaban el recelo de los indígenas y a que, por su color y la marca que tenían en la mejilla, eran fácilmente distinguibles.
Prácticamente no podían huir, pues rápidamente eran apresados y restituidos a sus amos. Más adelante, durante el período colonial, se convirtieron en sirvientes de las casas. Muchos de ellos eran diestros artesanos.

También se les asignaba trabajo en los lavaderos de oro y en las estancias, donde se desempeñaban como capataces, bodegueros o encargados del ganado. Las mujeres se dedicaban a las labores domésticas, la preparación de pan o a la confección de prendas.>

En general, los esclavos eran bien tratados ya que resultaban muy caros. Su alto precio se explicaba por la dificultad para traerlos a un país tan apartado.

En ocasiones los esclavos eran arrendados a otros españoles para que ejecutaran determinados trabajos. Algunos se empleaban en sus horas libres, recibiendo un salario por ello. Si lograban el dinero suficiente, podían comprar su libertad, al cabo de muchos años.
Colonia: Religión, educación y cultura
Una profunda fe en Dios, en la Virgen María y en la corte celestial alumbró el mundo espiritual del conquistador y del criollo. La inspiración espiritual reposaba también en una acentuada fidelidad al magisterio de la Iglesia. La estrecha unión con el Estado confundió los fines de ambos que aparecieron, por así decirlo, actuando en un solo sentido. Esta comunión provenía desde tiempos remotos, cuando la religión había hecho posible la unificación de España.
Fueron en su mayor parte teólogos españoles los que fijaron en el Concilio de Trento la nueva disciplina y organización de la Iglesia y la fundación de la Compañía de Jesús por el vasco Ignacio de Loyola. Había una nueva cruzada y España mantuvo un fervor místico que aparecía totalmente decaído en el resto de Europa.

La teología fue el cauce inspirador de las grandes decisiones y el gobierno, las leyes y en alguna forma la economía, debieron amoldarse a sus dictámenes.

La Iglesia como institución tuvo una importancia capital en el mundo colonial, compartió directa o indirectamente con las autoridades civiles las responsabilidades de gobierno. La Iglesia estuvo vinculada al Papado y a la monarquía. Los reyes en su calidad de católicos amparaban y apoyaban a la Iglesia, a la vez que tenían algunos derechos sobre ella. Es lo que se ha denominado Derecho de Patronato.

Conforme a este sistema, los reyes proponían a Roma a los eclesiásticos que debían ocupar los altos cargos. Obispos, canónicos, etc. Sólo el Rey podía autorizar la construcción de iglesias, capillas, conventos. A su vez, proporcionaba los fondos para todos los gastos, cobrando por su cuenta el derecho del Diezmo.

La acción de la Iglesia

Debido a la Guerra de Arauco, en Chile la dominación española se afianzó sólo en territorios ubicados al norte del río Biobío. Fue allí donde se desarrolló la vida colonial y se consolidaron los diferentes grupos sociales, los cuales tienen modos y conductas de vida propios. Estos grupos se diferencian por su origen, o bien, por los medios económicos de que disponen. Esta actividad en su conjunto forma la sociedad colonial.

En la época colonial cohabitaban distintos grupos raciales que ocupaban un lugar en la sociedad, relacionados con los derechos y actividades que ejercían.
En el plano religioso, en el Chile colonial la base de la organización eclesiástica eran los obispados de Santiago y Concepción. Desde tempranos años se contó con diversas órdenes religiosas: la Merced, San Francisco y la Compañía de Jesús. Una de las principales tareas de la Iglesia fue la conversión de los indios.

Desde el comienzo de la Conquista, la misión evangelizadora quedó en manos de los religiosos. El predicador iba con los ejércitos y el indígena apenas podía distinguirlo del conquistador, que diciéndose también apóstol del cristianismo, quería con el velo de la fe cubrir sus ambiciones, avaricias y crueldad. Para el misionero no resultaba fácil predicar sobre la caridad y la mansedumbre en medio del humo de la pólvora y de las espadas.

¿Cómo podían entender los indígenas la divina bondad de Dios mientras eran esclavizados por los encomenderos y los soldados los aplastaban bajo los cascos de sus caballos?

¿Cómo podían identificar los indígenas al sacerdote que les enseñaba el cristianismo y al soldado que les arrebataba sus bienes y su libertad? Muchas veces confundía a los dos en un mismo odio y en una misma maldición.

La situación del indígena provocó serios conflictos entre la Iglesia y las autoridades. El jesuita Luis de Valdivia tomó como una empresa personal la protección de los indígenas contra los abusos de soldados y encomenderos. Los primeros seis jesuitas del grupo de Luis de Valdivia dieron el ejemplo y su acción evangelizadora costó la vida de los primeros mártires.

La Compañía de Jesús

De las órdenes religiosas, la Compañía de Jesús logró, en el siglo XVII, el desarrollo más espectacular y el mayor influjo sobre las autoridades y los pobladores. Para desarrollar su acción religiosa y cultural la Compañía contó con sus propios recursos económicos sobre la base de cuantiosas donaciones que le permitieron acumular una gran riqueza. Según su visión del mundo, "la tierra es un don dado por Dios a los hombres y es un deber cristiano hacerla fructificar con el trabajo".
Tuvieron los jesuitas alrededor de cincuenta haciendas, ganado, siembras, viñas, numerosas industrias: molinos, curtiembres, bodegas elaboradoras de vino, fábrica de cal (La Calera), astilleros (en el Maule), alfarerías; y aun mantenían un comercio de exportación al Perú (sebo, charqui, vinos y aguardientes). Disponían de carnicerías y de las únicas boticas del país. Disponían de unos 1.300 esclavos negros en sus haciendas. Sin duda, los jesuitas pasaron a ser en este siglo la primera potencia económica de Chile.

En el año 1600, por escritura pública, otorgaron los jesuitas lo que podría llamarse el primer "contrato de trabajo" chileno, donde se comprometían a respetar condiciones mínimas de remuneración para sus propios indios de servicios. Ellas incluían el salario familiar, la jubilación por edad (cincuenta años), una pensión a la viuda en caso de fallecimiento del indígena, una jornada laboral limitada, auxilio médico, enseñanza gratuita, etc.

Naturalmente, estas últimas medidas no parecían muy compatibles con el hecho de poseer los jesuitas una notable cantidad de esclavos negros, pero esta contradicción moral era común en la época.

Con igual intensidad y energía se dedicaron al servicio religioso, al culto, a la confesión y a la enseñanza.

Hacia 1650, medio siglo después de su llegada, casi la mitad de los casi 114 miembros de la orden eran personas nacidas y educadas en Chile, por lo tanto llevaron apellidos criollos como: Fuenzalida, Gómez, Molina, etc. La influencia de los jesuitas penetró en todos los sectores sociales, desde los esclavos negros hasta la aristocracia.
Su expulsión

En 1767, el Rey de España Carlos III decretó su expulsión de todos los dominios coloniales españoles. El decreto no daba razones para justificar una acción tan grave, sólo aludía vagamente a causas "urgentes, justas y necesarias que reservo en mi real ánimo". Su orden se cumplió en Chile con rapidez, exactitud y sigilo, en medio de la expectación, tristeza y el descontento de la población.

La educación

En Chile fueron los Cabildos y órdenes religiosas los que abrieron los primeros establecimientos de instrucción primaria. En ellos se enseñó a leer y a escribir, más algunos rudimentos de aritmética y catecismo.

Los sacerdotes eran las personas más cultas de la época; por eso, la enseñanza tuvo una sólida base religiosa. Ellos impartían la enseñanza, destinada a los niños de las familias adineradas. Se destacan también en este periodo en la educación las órdenes de los mercedarios y franciscanos quienes formaron escuelas en Concepción, Osorno, la Imperial y Valdivia.

El primer colegio fundado en el país es el Seminario de La Imperial, en 1568. La primera escuela de la gramática se funda en 1591 en el convento de Santo Domingo, posteriormente en 1596 los Jesuitas abren otra escuela de gramática.

Los Jesuitas y Dominicos siguieron impartiendo grados académicos y los colegios jesuitas recibieron el mayor caudal de alumnos.

Los Jesuitas fundaron un internado para jóvenes aristócratas: el Convictorio de San Francisco Javier. Allí hizo sus primeros estudios Alonso de Ovalle y también el abate don Juan Ignacio Molina. Tras la expulsión de esa orden religiosa del país, en 1767, el internado, mantenido por el Estado, se transformó en el Convictorio Carolino.

Las escuelas de gramática de los dominicos y jesuitas seguían a las escuelas primarias. Gozaban éstas de una categoría más elevada. Sus programas se centraban en el estudio de la gramática, filosofía, retórica y latín, que habilitaba para los estudios superiores.

Cada orden religiosa mantuvo estudios para la formación de los sacerdotes y se crearon los seminarios de Santiago y de Concepción.
Universidades Pontificias

Hay constancia de que en el siglo XVII funcionaron en Chile tres centros de enseñanza superior, con categoría de universidades pontificias, que tenían un carácter eminentemente eclesiástico. El Colegio Máximo San Miguel de los jesuitas y la Universidad de Santo Tomás de Aquino de los dominicos, ambas en Santiago; mientras que en Concepción funcionó durante 43 años la Universidad Pencopolitana dirigida por los jesuitas. Ofrecían grados de filosofía y teología como preparación para el sacerdocio.

Estas Universidades Pontificias constituían para el sacerdote y el laico el mayor timbre de honor que se pudieron dar.

Descuidaban casi totalmente el conocimiento de la naturaleza física, de la que sólo se preocupaban si pudiera relacionarse con teología.
Consideraba al magister como conocimiento esencialmente religioso, en el sentido de que la iglesia era el poder docente.

Gracias a las gestiones del Cabildo de Santiago, se obtuvo la autorización del Rey Felipe IV para la fundación de la Universidad de San Felipe (1758) que podía otorgar los grados de bachiller y doctor. Esta se inauguro con la autorización de la Universidad de San Marcos (Lima), esta Universidad imprimió en Chile una tónica de cultura, elegancia y beneficio al clero y a la sociedad Chilena ya que no necesitaba viajar a Lima para obtener los títulos académicos.

Hacia fines de la Colonia se fundó la Academia de San Luis, donde se enseñaba matemática, geometría, química y dibujo, etc. Tuvo el mérito de ser el primer Instituto de Enseñanza Técnica de América.

Escuelas de Indígenas

Debido a la necesidad de convertir a los indios a la fe católica, se abrió en Penco un curso de lengua araucana, pero no duró por la escasez de alumnos. También se mandó a hacer una escuela donde los indios aprendiesen castellano, tal fue el Colegio de Naturales de Chillán (1697).
Cultura

Cuando hablamos de cultura colonial nos referimos a lo que se relaciona principalmente con las obras literarias, expresiones artísticas, costumbres, ritos y fiestas que se realizaron en la época colonial, los cuales permiten otorgar identidad a un pueblo.

En la época colonial se escribieron muchas crónicas, que eran relatos que buscaban dejar el recuerdo de los hechos y los acontecimientos más importantes. Entre las más destacadas se cuentan "El cautiverio feliz", de Francisco Núñez de Pineda y Bascuñan, que nos relata pormenores de la vida de los araucanos. El padre Alonso de Ovalle en su "Histórica Relación del Reino de Chile" nos describe con gran cariño las ciudades y costumbres de la Colonia.