La aparición de un apartado sobre la vida del emperador romano Constantino el Grande puede resultar extraña en Arteguias, dedicada al mundo medieval.
Obviamente Constantino es un personaje de la Antigüedad, pero algunas decisiones de su reinado fueron decisivas para entender el transcurrir de toda la Edad Media en Occidente.
Por ello, vamos a prescindir de una biografía al uso, es decir, el relato de los hechos biográficos de su vida, sino que nos centraremos es la decisión trascendente y concreta de la legalización del Cristianismo y su inmediata repercusión sobre el Imperio Romano y el mundo occidental.
El final de las persecuciones a la iglesia cristiana comienza con el triunfo Constantino en la batalla del Puente Milvio, librada en el año 312. Según él, el dios de los cristianos le había concedido la victoria sobre su rival Majencio. En el arco que se levantó junto al Coliseo romano se conmemora la victoria con un explícito agradecimiento a la inspiración divina.
Siempre se ha especulado sobre la veracidad de la fe cristiana de Constantino y algunos creen que, básicamente, fue un instrumento político para intentar la unidad de un imperio sobre el que constantemente acechaban los peligros de la disgregación. En este sentido siempre se ha subrayado que el emperador sólo admitió ser bautizado en el lecho de muerte.
Pero no tiene demasiada importancia histórica las razones que influyeron en Constantino el Grande para suprimir la prohibición y persecuciones de los cristianos en el Edicto de Milán.
El caso es que, tras el Edicto de Constantino, la tolerancia religiosa fue un hecho, en contraste con la salvaje opresión que sus predecesores los emperadores Decio, Valeriano y Diocleciano.
Pero el cambio de situación llegó mucho más lejos que la obtención de simple libertad. La Iglesia pasó a una situación de privilegio y se vio colmada de riquezas, propiedades, inmunidad tributaria y una situación jurídica favorable.
Constantino refunda una nueva capital en el solar de la antigua ciudad de Bizancio (que pasó a denominarse Constantinopla) en cierta medida por su deseo de fijar la corte en un punto cercano a su tierra natal de los Balcanes así como al reconocimiento de la incomparable posición geográfica de la ciudad.
Pero también una de las razones que se barajan era que, a pesar de sus reformas a favor de los cristianos, Roma seguía dominada por la aristocracia pagana y era preferible que un emperador cristiano fundase una nueva capital cristiana.
Una de las consecuencias de la creación de una "nueva Roma" en Constantinopla debilitó inevitablemente a Occidente.
Aunque Constantino restó fuerza a los cultos paganos confiscando los tesoros de los templos, durante dos generaciones la Iglesia se contentó con permitir a los paganos la misma tolerancia por la que tanto había luchado para sí misma.
Aunque los hijos de Constantino prohibieron los sacrificios paganos, era frecuente la resistencia de las creencias anteriores y bajo el reinado de su sobrino Juliano el Apóstata (361-363) se produjo una contraofensiva pagana de importancia
Y es que bastantes problemas tenía la Iglesia con combatir las herejías nacidas en el seno de propio Cristianismo, como quedó demostrado por la necesidad de convocar el Primer Concilio de Nicea, en el año 325, para condenar el arrianismo
Aunque sin plantear objeciones para que otros intervinieran, los emperadores cristianos se habían negado a participar en los tradicionales ritos paganos.
Ya en la año 381, el emperador Graciano se negó a conservar el título de Pontifex Maximus, o máximo sacerdote del antiguo culto estatal y, a pesar de una oposición prolongada y elocuente, fue todavía más lejos y suprimió el altar de la diosa Victoria, sobre el que, desde tiempos de Augusto, había ardido el incienso en el Senado romano.
No tardaría en llegar la definitiva proclamación del Cristianismo Católico como religión oficial del Imperio en tiempos de Teodosio el Grande (Edicto de Tesalónica del año 380)A partir de esta fecha el paganismo está herido de muerte. Este proceso se acelera a partir del año 391, cuando Teodosio prohibe los sacrificios, las ceremonias paganas, y manda cerrar los templos.
Hubo, para ello, que reforzar repetidas veces la ley, lo que provocó una reacción. Pero, tras el reinado del usurpador Eugenio, quien, apoyado por la facción pagana, fue derrotado y muerto el año 394, la antigua religión quedaba condenada a una muerte definitiva.
Si el Cristianismo había tardado tres siglos es propagarse y obtener un espacio en la sociedad romana, el Edicto de Milán de Constantino había logrado el hecho asombroso de invertir completamente la situación en sólo tres generaciones.
Por aquellas fechas, y de manera coetánea a los acontecimientos narrados, las fronteras del Imperio la presión de los pueblos germánicos se hace cada vez más intensa. Posiblemente, todos estos personajes citados no podían imaginar que quedaba poco para la caída definitiva del Imperio Romano de Occidente y para el inicio de lo que los historiadores han dado en llamar "Edad Media". Una Edad Media que será fruto de la combinación de la civilización y leyes romanas, el espíritu de individualismo de los pueblos germánicos y la motivación por la fe cristiana. Por eso, Constantino el Grande es una figura indispensable para poder hablar de la Edad Media europea.
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