3. La Distensión 1962-1975
Tras asomarse "al borde del abismo" nuclear en Cuba, Kennedy y Jruschov decidieron iniciar de forma más sistemática y duradera una nueva política de distensión. Se abría así un nuevo período de la guerra fría en el que los acuerdos entre las superpotencias no impidieron graves conflictos como el de Vietnam o el Oriente Próximo.
Dos factores explican la nueva actitud de la URSS y EEUU. Por un lado, la crisis de los misiles en Cuba en 1962 hizo tomar conciencia a Moscú y Washington del peligro real de un holocausto nuclear; por otro lado, ambas superpotencias vieron crecer la contestación interna en sus respectivos bloques. La URSS, debilitada por el conflicto chino-soviético, tuvo que hacer frente, entre otros conflictos, a la Primavera de Praga en Checoslovaquia. EEUU vio como la Comunidad Económica Europea y Japón se consolidaban como potencias económicas y como en el seno de la OTAN surgía la disidencia con la Francia de De Gaulle.
3.1. Los acuerdos Este-Oeste
La distensión no paralizó la carrera armamentística entre las superpotencias. Ambas siguieron acumulando misiles nucleares capaces de destruir el planeta.
Tras diversas alternativas, los expertos coincidían en 1971 en que se había llegada a una situación de paridad nuclear. En el vocabulario de los militares, no podía haber vencedores en el caso de una guerra nuclear. La “destrucción mutua asegurada” era cierta y evidente.
En esta situación, los sucesores de Kennedy y Jruschov continuaron la política de distensión. Los presidentes norteamericanos, el demócrata Johnson, que había sucedido a Kennedy tras su asesinato en 1963, y el republicano Nixon, y el líder soviético Leonid Breznev, que había relevado a Jruschov en 1964, trataron de aminorar la tensión internacional. Para conseguir este objetivo, se entablaron negociaciones para limitar la carrera armamentística. Estas negociaciones tuvieron resultados parciales pero significativos:
En 1968, EEUU, la URSS y el Reino Unido firmaron el Tratado de No Proliferación de Armas Atómicas, tratado al que no se unieron las otras dos potencias nucleares, China y Francia.
En 1972 se firmó del Acuerdo SALT I por el que se limitó el número de misiles intercontinentales que podía poseer la URSS y los EEUU.
3.2. Hacia un mundo multipolar
La estructura bipolar con dos mundos alineados férreamente en torno a EEUU y la URSS fue transformándose poco a poco. Mientras que en el bloque occidental surgían nuevos focos de poder económico, en el bloque comunista la disensión política se hizo cada vez más evidente. El panorama se completaba con unos países subdesarrollados, el Sur o Tercer Mundo, que afirmaban su posición mundial mediante el control de las fuentes de energía.
Los nuevos polos de poder en el Oeste
La situación de abrumadora hegemonía norteamericana tras la segunda guerra mundial se vio modificada por el surgimiento en el bloque occidental de dos nuevos polos de poder económico.
Japón pasó de país derrotado y ocupado a convertirse en la segunda potencia económica mundial. Los productos Made in Japan pronto comenzaron a inundar los mercados norteamericano y europeo.
La Comunidad Económica Europea (CEE) tuvo un espectacular éxito económico. Una prueba evidente de ese éxito fue que el Reino Unido, que se había negado a adherirse a la CEE cuando se creó en 1957, solicitó su ingreso en 1961.
Esta diversificación del poder económico no se concretó, sin embargo, en un verdadero desafío político. Sólo la Francia del general De Gaulle, que había accedido al status de potencia atómica en 1960, trató de llevar una política de independencia respecto a Washington.
De Gaulle se negó en dos ocasiones., en 1963 y en 1967, a admitir la entrada del Reino Unido, el más estrecho aliado de EE.UU, en la CEE. En marzo de 1966 Francia se retiró del mando integrado de la OTAN y De Gaulle se atrevió a condenar públicamente la intervención norteamericana en Indochina. La debilidad relativa de Francia no permitió que el desafío gaullista fuera más allá.
Las fuerzas centrífugas en el Este
En la Europa oriental, el desafío al dominio de Moscú tuvo una concreción mucho más violenta.
En 1956, la revolución democrática en Hungría había sido aplastada por los tanques soviéticos. Doce años más tarde la tragedia se repitió en Checoslovaquia. Alexander Dubcek emprendió en 1968 un amplio programa de reformas liberalizadoras conocido como la Primavera de Praga. La reacción soviética no se hizo esperar. El 21 de agosto tropas del Pacto de Varsovia invadieron Checoslovaquia y pusieron fin al experimento democrático. El líder soviético proclamó la Doctrina Breznev que consagraba el dominio soviético sobre las "democracias populares".
La ruptura chino-soviética se consolidó y agudizó trascendiendo el ámbito ideológico y llegando al enfrentamiento territorial. En 1969 hubo violentos combates en el río Ussuri en la frontera común entre ambos países. Esta ruptura se vio acompañada por el acercamiento chino-norteamericano que culminó con la visita de Nixon a Beijing en febrero de 1972.
Las relaciones Norte-Sur
En los años sesenta se consolidó la idea de que, junto a las relaciones Este-Oeste características de la guerra fría, existían unas relaciones Norte-Sur, esto es, relaciones entre el Norte desarrollado y el Sur subdesarrollado o Tercer Mundo.
El Sur había iniciado su afirmación política con la Conferencia de Bandung y el Movimiento de los Países No Alineados. Pronto esta postura política tuvo su reflejo en el terreno económico.
En 1960 nacía la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que en adelante buscó imponer un alza de los precios del "oro negro". En 1973, en la Conferencia de Argel, el movimiento de los países no alineados proclamó que los países pobres, más que confiar en la ayuda de los países desarrollados, debían de tratar de aumentar su propia capacidad para organizarse y conseguir imponer unas nuevas reglas del juego económico a nivel mundial.
El apoyo occidental a Israel en la guerra del Yom Kippur ese mismo año encolerizó a los países árabes y desencadenó una subida del precio del petróleo que provocó una importante crisis en la economía mundial.
3.3. Los conflictos en la era de la distensión
La distensión buscó alejar el peligro de una guerra atómica entre las superpotencias, no puso fin a la competencia entre los dos bloques enfrentados. Esta competencia se concretó en dos grandes conflictos armados que han marcado la segunda mitad del siglo XX:
El conflicto del Próximo Oriente, que aún en los inicios del siglo XXI sigue siendo uno de los mayores focos de tensión en el mundo.
El conflicto en la península de Indochina que tuvo su mayor exponente en la guerra de Vietnam, la gran derrota americana durante la guerra fría.
Por otro lado, América Latina quedó también atrapada en la dinámica de la guerra fría. El ejemplo de la Cuba de Castro alentó la extensión de guerrillas revolucionarias por muchos países de la región. La respuesta norteamericana fue apoyar cualquier tipo de gobierno que se enfrentara a la expansión soviética. Entre estos gobiernos hubo odiosas dictaduras militares.
Las guerras árabe-israelíes
Las guerras que enfrentaron a árabes e israelíes en 1967 y 1973 ilustraron perfectamente las reglas de la distensión: los dos grandes apoyaron masivamente a los pequeños estados beligerantes, EEUU a Israel, la URSS a los países árabes, pero controlaron el conflicto sin poner en riesgo la paz general entre las superpotencias.
La Guerra de los Seis Días en 1967 y la Guerra del Yom Kippur en 1973 trajeron cambios trascendentales en el Oriente Medio:
Israel pasó de país asediado a potencia ocupante y hegemónica en la región.
Los países árabes reaccionaron utilizando el petróleo como arma económica contra los países occidentales que apoyaban a Israel. Las subidas del precio del crudo que siguieron a la guerra del Yom Kippur en 1973 desencadenaron la “crisis del petróleo” que marcó el fin de una larga etapa de expansión del sistema capitalista en los países desarrollados.
En otro tema desarrollaremos en profundidad el problema del Oriente Medio.
La guerra de Vietnam
Tras los acuerdos de Ginebra de 1954, Vietnam quedó dividido en dos estados enfrentados: Vietnam del Norte, con un régimen comunista dirigido por Ho Chi Minh, héroe de la lucha anticolonial, y Vietnam del Sur, con una dictadura pro-occidental dirigida por Dinh Diem.
En 1956 se creó en el sur el Frente Nacional de Liberación, el Vietcong, organización guerrillera que con el apoyo de Vietnam del Norte inició las hostilidades contra el gobierno survietnamita.
El presidente Kennedy decidió la intervención militar norteamericana en favor de Vietnam del Sur. En 1964, su sucesor, Jonson, se lanzó a la intervención abierta. Un cuerpo expedicionario, que en 1967 alcanzó la cifra de 500.000 soldados, se implicó en una guerra en la que el ejército norteamericano no dudó en utilizar armas químicas ("agente naranja") y o en llevar a cabo brutales bombardeos masivos sobre Vietnam del Norte y las posiciones del Vietcong.
La gran superpotencia, sin embargo, no pudo derrotar a un contrincante masivamente armado por la URSS. Las grandes protestas de la juventud norteamericana y los éxitos militares del Vietcong, como la ofensiva del Tet en 1968, hicieron que en 1969 el nuevo presidente norteamericano, Richard Nixon, decidiera reducir rápidamente la implicación militar de su país en el conflicto. A la vez que los efectivos estadounidenses se reducían drásticamente -de 500.000 pasaron a 50.000-, se puso en pie un gran ejército survietnamita que, con más de 1.800.000 hombres, no dudó en extender el conflicto a Camboya y Laos.
Todos los esfuerzos norteamericanos fueron baldíos. La gran ofensiva norvietnamita de 1972 llevó a la firma de la paz en París, el 23 de enero de 1973.
Los EEUU se retiraron de Vietnam lo que trajo consigo el inmediato derrumbe del régimen de Vietnam del Sur. La ofensiva final comunista llegó en la primavera de 1975. El 17 de abril, Phnom Penh caía en manos de los Jemeres Rojos y el 30 los norvietnamitas y el Vietcong tomaban Saigón. Vietnam se reunificaba bajo un sistema comunista. La larga guerra había terminado.
Vietnam supuso la primera derrota militar de la historia de EEUU. Esta experiencia llevó a que, en adelante, los norteamericanos evitaran la implicación militar directa en los conflictos. Heny Kissinger, figura clave de la diplomacia estadounidense durante la presidencia de Nixon, fue el principal representante de esta nueva actitud.
América Latina: las dictaduras del cono sur
EEUU, tras la implantación de un régimen comunista en Cuba, resolvió no permitir la expansión del bloque soviético en América y no dudó en apoyar dictaduras militares conservadoras y fuertemente represivas. Para EEUU, los movimientos reformistas o revolucionarios en el continente americano más que una respuesta a las fuertes desigualdades sociales de la región, eran acciones desestabilizadoras orquestadas desde Moscú o La Habana con el objetivo de establecer regímenes aliados al bloque soviético. La amplitud de los intereses económicos norteamericanos en la región y su proximidad geográfica reforzaban esta actitud.
Los ejemplos más conocidos, pero no únicos, de esta política fueron las dictaduras de Pinochet en Chile (1973) y de Videla en Argentina (1976).
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